José Velázquez
¿Por Qué Dejó de Pronunciarse el Nombre de YAHWÉH?
El transcurso de los siglos hizo que la débil memoria humana
olvidara la verdad respecto a Su Nombre excelso, e incluso lo distorsionara.
Esto se agudizó entre el pueblo judío cuando fueron llevados cautivos a
Babilonia, en donde la práctica del no uso del Nombre Sagrado se generalizó y
se convirtió en ley, aun después del cautiverio.
En la Enciclopedia Judaica Vol. 12 – Pág. 119, leemos lo
siguiente: La evitación del nombre original del Eterno, tanto en el habla y,
hasta cierto punto, en la Biblia se debió según[Abraham]Geiger (Urschrift [und
übersetzungen der Bibel "Original y traducción de la Biblia"], Pág.
262.), a una reverencia que se dio de la expresión del nombre Sublime, y es muy
posible que esa renuencia surgiera por primera vez en un país extranjero, y por
lo tanto, en un “sucio” de la tierra, es muy posible que, haya sido en
Babilonia. De acuerdo con [G.]Dalman, los rabinos prohibieron la emisión del
Tetragrama, para protegerse contra la profanación del Nombre Sagrado, pero tal
ordenanza no podía ser eficaz si no había contado con la aprobación popular, lo
que indica que la negativa a pronunciar el Nombre YAHWÉH, se debía a una
interpretación errónea del tercer mandamiento.
La prohibición se aplicaba tanto a la pronunciación del
Nombre del Creador y de su compromiso con la Escritura, además de su uso en los
escritos sagrados. La prohibición de la pronunciación del Nombre de Creador
sólo se aplicaba a lo que escuetamente llamamos Tetragrama (YHWH), que podría
ser pronunciado por el sumo sacerdote una vez al año en el Día de la Expiación
en el Lugar Santísimo.
La Mishná, el libro de exégesis de leyes judías, dice con
relación al día de la Expiación: “Los sacerdotes y el pueblo estaban en el
atrio y cuando oían el Nombre que pronunciaba claramente el Sumo Sacerdote, se
arrodillaban, se postraban con el rostro en tierra y decían: Bendito el Nombre
de la gloria de su Reino por siempre jamás.-” (Yoma 6:2).
También en la Mishná se halla la declaración positiva de que
una persona podía “saludar a su prójimo con el Nombre del Eterno”, y se cita el
ejemplo de Booz (Rut 2:4; Berajot IX:5).
“Y he aquí Booz llegó de Bet-Léjem y dijo a los segadores:
¡YAHWÉH sea con ustedes! Y ellos respondieron: ¡YAHWÉH te bendiga!” (Rut 2:4).
El historiador judío Flavio Josefo, hace referencia a la
prohibición sobre el uso del Nombre de YAHWÉH. En sus escritos, explicando la
aparición del Creador a Moisés en Éxodo 3, dijo: “En el cual El Creador declaró
a él su santo Nombre, respecto al cual no me es permitido a mí decirlo ya más.”
(Antigüedades Vol. 2 – XII:4).
Por lo cual, vemos que antes de la destrucción del primer
Templo de Jerusalem el uso del Nombre de YAHWÉH era común en cualquier lugar.
Cuando el Templo fue erigido y dedicado por Salomón en (960 a. C) se hizo con
un propósito: Que el Nombre de YAHWÉH fuera exaltado y conocido.
“Desde el día en que saqué a mi pueblo de la tierra de
Egipto, no he escogido a ninguna ciudad de entre las tribus de Israel para
edificar una Casa donde estuviera mi Nombre, ni escogí a hombre alguno para que
fuera caudillo de mi pueblo Israel, sino que escogí a Jerusalem para que mi
Nombre esté allí, y escogí a David para que esté sobre mi pueblo Israel. Y
estuvo en el corazón de mi padre David edificar una Casa para el Nombre de
YAHWÉH, Elohim de Israel. Pero YAHWÉH dijo a mi padre David: Por cuanto has
tenido en tu corazón edificar Casa para mi Nombre, bien has hecho en tener esto
en tu corazón; pero tú no edificarás la Casa, sino que tu hijo, que saldrá de
tus lomos, él edificará la Casa para mi Nombre. Y YAHWÉH ha cumplido su palabra
dicha, pues yo me he levantado en lugar de David mi padre y me he sentado en el
trono de Israel, tal como habló YAHWÉH, y he edificado la Casa para el Nombre
de YAHWÉH, Elohim de Israel.” (2 Crónicas 6:5-10).
Sin embargo, YAHWÉH le advierte a Salomón que si el pueblo
se desviaba, Él iba a traer destrucción sobre el Templo como resultado de no
haber temido a Su Nombre, por lo que esta sentencia debía entenderse que el mal
uso o profanación del Nombre del Creador sería la causa por la que el Templo
podría ser destruido.
“… porque ahora Yo he escogido y santificado esta Casa, para
que mi Nombre esté en ella para siempre, y mis ojos y mi corazón estén allí
todos los días. En cuanto a ti, si andas delante de mí como anduvo David tu
padre, y haces conforme a todo lo que te he mandado, y guardas mis Leyes y mis
Decretos, Yo afirmaré el trono de tu reino, como pacté con David tu padre,
diciendo: No te faltará varón que gobierne sobre Israel. Pero si ustedes se
apartan y abandonan mis Leyes y mis Mandamientos que he puesto ante ustedes, y
vayan y sirvan a otros dioses, y se postran ante ellos, entonces Yo les
arrancaré de sobre mi tierra que les he dado, y esta Casa que he santificado
para mi Nombre, la echaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio
entre todas las naciones. Y esta Casa que es tan excelsa, vendrá a ser de
asombro a todo el que pase, de modo que dirá: ¿Por qué ha hecho así YAHWÉH a
esta tierra y a esta Casa? Y responderán: Porque abandonaron a YAHWÉH, el
Elohim de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y se
aferraron a otros dioses, y se postraron ante ellos, y los sirvieron. Por eso,
ha traído sobre ellos todo este mal.” (2 Crónicas 7:16-22).
Ya en los tiempos del profeta Jeremías quien vivió del
(650-586 a.C.) se estaba evidenciando que Israel se apartaba del uso del Nombre
de YAHWÉH y sobre todo sus sacerdotes. La Biblia habla de Anatot que era parte
del territorio de la tribu de Benjamín, el cual fue asignado a los sacerdotes (Josué
21:18; 1 Crónicas 6:60). Fue el pueblo natal del Sumo Sacerdote Abiatar (1
Reyes 2:26) y del profeta Jeremías (Jeremías 1:1). El miedo al mal uso del
Nombre de YAHWÉH empezó a convertirse en una especie de paranoia entre la clase
sacerdotal de aquel momento, pues ellos sabían que si hacían mal uso o
blasfemia del Nombre, esto traería destrucción, por consiguiente empezaron a
prohibir el uso de Su Nombre YAHWÉH.
Tanta fue la prohibición la clase sacerdotal que quiso matar
al profeta Jeremías por usar el nombre de YAHWÉH. Esta actitud de aquellos
hombres trajo como consecuencia la destrucción del pueblo y del Templo en (586
a.C.) la cual derivó en la cautividad por manos de Babilonia (Jeremías
11:21-23). Ya entonces el mismo profeta lo denunciaba públicamente: “Pretenden
que mi pueblo se olvide de mi Nombre con las visiones que se dicen unos a
otros, así como sus padres olvidaron mi Nombre, por causa de Baal.”(Jeremías
23:27). Al venir la destrucción, la restricción del uso del Nombre de YAHWÉH se
hizo mayor. Después del cautiverio y de la construcción del Segundo Templo esta
normativa de restricción en el uso del Nombre YAHWÉH se fue agudizando.
Según el Talmud, obra que recoge principalmente las
discusiones rabínicas sobre leyes, tradiciones, costumbres judías, esto sucedió
después del tiempo de Simón el Justo, un contemporáneo de Alejandro el Grande
(356 – 323 a.C). Simón el Justo fue un Sumo Sacerdote que sirvió en este cargo
alrededor de 200 años antes que Israel quedara bajo el poder del Imperio
Romano. La Enciclopedia Judía de 1901, Vol. 11 – Pág. 353, señala que: este fue
el punto de inflexión, es decir, el momento exacto en que se convirtió en una
práctica en la que Israel ya no pronunciaba el Nombre Inefable YAHWÉH.(Tratado
Yoma, Pág. 39b).
También encontramos: “Simón el Justo, Sumo Sacerdote…
Después de la muerte de Simón, los hombres dejaron de pronunciar en voz alta el
tetragrama” (Yoma 30b; Tosef Sotah XIII).
La Enciclopedia Judía Vol. 9 – Págs. 162-163 dice: “La
pronunciación del Nombre escrito fue utilizado solamente por los sacerdotes
(Números 6: 22-27), fuera del Templo usaron el título de “Adonay” (Sotah VII:
6, Pág. 38).” Y no hace más que confirmar este hecho, y demuestra la estricta
prohibición y advertencia a todos aquellos que no se adhirieron a ella: “El que
pronuncia el Nombre pierde su porción en el mundo futuro”(Sanedrín XI:1).
“Ananías ben Teradion fue castigado por enseñar a sus discípulos la
pronunciación del Nombre” (Abodah Zarah 17b).
El Talmud de Babilonia, Tratado Kidushin, página 71A, admite
abiertamente, sin embargo, que: “el nombre YAHWÉH fue pronunciado por todos los
hijos de Israel, pequeños y grandes, antes de la muerte de Simón el Justo.
Nuestros Rabinos enseñaron: Al principio el Nombre [YAHWÉH] solía ser confiado
a toda la gente. Cuando los hombres rebeldes aumentaron, se confió solo a los
piadosos del sacerdocio.”
La Enciclopedia Judía Vol. 1 – Págs. 201-202, nos muestra lo
siguiente: En los primeros tiempos del Segundo Templo el nombre todavía estaba
en uso común, ya que se podía aprender de aquellos nombres propios como
“Johanán”, o de fórmulas litúrgicas, como “Halelu-Yah”. Al comienzo de la era
helenística, sin embargo, el uso del Nombre fue reservado para el Templo […]
parece que a los sacerdotes se les permitía pronunciar el Nombre de la
bendición sólo en el Templo; otra parte se vio obligada a utilizar el Nombre
apelativo “Adonay”, pronunciación del Nombre que hacían los sacerdotes del
Templo [...] por lo que poco a poco cayó en desuso.
Prohibiciones respecto a pronunciar el Nombre del Creador
por completo empezaron a ser ley y quien lo hiciera era acusado de blasfemia.
Por eso, después del exilio babilónico el uso del Nombre del Creador se limitó
a YaH. Aunque ya era usado con anterioridad, solo mencionar YaH.
“Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, tomaste dones
y los diste a los hombres, incluso a los rebeldes, para habitar entre ellos,
¡oh YaH Elohim!” (Salmo 68:18).
Para entonces, la prohibición del uso del Nombre YAHWÉH se
había extendido y generalizado en el primer siglo. Esto se evidencia aun en
medio de los esenios, quienes seguían la prohibición a pesar de ser tan
cerrados. El conocido “Manual de Disciplina” identificado como 1QS de los
hallazgos de Qumram expresa: “Cualquiera que dice en alto el más santo Nombre
del Creador, ya sea como maldición, o que se le escapa en un juicio o por
cualquier otra razón, o mientras está leyendo un libro u orando, ha de ser
despedido para nunca más volver a la sociedad de los Yahad.”
Por eso, para el primer siglo, la Mishná nos dice que el
Nombre era usado solamente en el Templo por los sacerdotes, y prácticamente se
convirtió en manejo exclusivo de ellos. Aun cuando leían las Escrituras, el
judaísmo mayoritario usaba eufemismos o sustituciones en lugar de pronunciar el
nombre. “En el santuario uno dice el Nombre según está escrito pero en las
provincias, con un eufemismo” (Sotah 7:6), tales como Adonay, Hashem u Olam.
Por tal razón, no solamente el mencionar el Nombre del Creador colocaba a un
individuo en una situación peligrosa, sino que este uso del Nombre debía estar
acompañado por alguna expresión que se podía considerar abusiva. Por ello, la
Mishná declaraba que los judíos no podían acusar a alguien de blasfemia si su
comentario abusivo no estaba acompañado del Nombre Divino, ya que dice: “El que
blasfemare será responsable solamente cuando haya pronunciado completamente el
Nombre Divino. Dijo Rab Yoshua ben Quorba: cada día del juicio examinan a los
testigos con un nombre supuesto; una vez que termina el juicio, no le
condenarían de muerte con el eufemismo, sino que sacaban a todos y preguntaban
al más importante de los testigos, diciéndole a él: -Di, ¿qué oíste
exactamente?- Y él dice lo que oyó. Y los jueces se ponen en pie y rasgan sus
vestiduras”(Sanedrín VII:5).
Vestigios de la prohibición de mencionar el Nombre de YAHWÉH
se evidencian en La Septuaguinta (LXX) que es la primera traducción de la TANAK
o Antiguo Testamento al idioma griego alrededor del año 250 a.C.
Cuando el equipo de “Los Setenta” como se les conoce a los
judíos eruditos del sumo sacerdote Eleazar, quienes fueron los traductores y
creadores de la Septuaginta (LXX) o traducción al griego (250 a. C. aprox.),
llegaron al texto de Levítico 24:16 lo parafrasearon de manera que quedara
claro que la prohibición ya existía. Por eso, fue traducido así:
“El que nombre el Nombre del Eterno, de muerte ha morir.”
(onomadso̱n de to onoma küriu zanato zanatuszo) (ονομαζων δε
το ονομα κυριου θανατω θανατουσθω). (LXX).
Aunque el texto hebreo originalmente decía así:
“Y el que blasfeme el Nombre de YAHWÉH, de muerte morirá.”
(venokev shem-YAHWÉH mot yumat) (וְנֹקֵב שֵׁם־יהוה
מֹות יוּמָת)
Notemos que en la LXX se tradujo: “el que nombre…”; pero
originalmente decía: “el que blasfeme…”. Esta forma de traducción en la
Septuaginta (LXX) revela que la prohibición sobre el Nombre ya existía en aquel
tiempo y que los sacerdotes hebreos no querían que los gentiles o no judíos
fueran a tomar el Nombre de YAHWÉH en vano o en blasfemia. De hecho en la
traducción de la Septuaginta el Nombre YAHWÉH se reemplazó con la palabra
griega “Kürios” que significa “Señor”, pero en los hallazgos del Qumrán se descubrieron
manuscritos en griego que hacían uso de Nombre YAHWÉH usando caracteres hebreos
antiguos o paleo-hebreo.
Lo grave es que para entonces, la sentencia para quienes se
hallaran culpables de usar el Nombre YAHWÉH, llegó a ser la muerte, pues el
solo uso se tuvo como una blasfemia al Nombre, por lo que su uso quedó
prácticamente prohibido por temor a ser acusados de blasfemia.
¿Por que usar la W y no la V en el
nombre sagrado?
Comentario Por el Moreh Yosef Álvarez.
Ya varias veces me han preguntado por qué yo represento la
letra hebrea Waw con una W española, como en Yahweh, cuando, dicen algunos
maestros por ahí, que la Waw antigua sonaba como V y no como U.
Y una vez más quiero informar a estos hermanos que los
maestros que ellos están consultando los están desinformando, aprovechando que
muchos no conocen el hebreo antiguo.
Es verdad que en el hebreo moderno la Waw se representa casi
siempre con una V, en cuyo caso si fueran a escribir el Nombre en hebreo
moderno sería Yahvéh. Pero en la antigüedad no era así. Los mejores gramáticos
del hebreo bíblico le dirán que la Waw antigua sonaba siempre como U (excepto
en las ocasiones en que representaba el sonido vocálico de O, pero en muy raras
oaciones representaba el sonido consonantal de V. Y se lo voy a demostrar con
hechos, no con especulaciones.
Antes que nada, ¿por qué los judíos del Yemen, que tienen la
fama de preservar la pronunciación más antigua del hebreo, representan la Waw
hebrea casi siempre con una W española, y la pronuncian U? Y eso es en hebreo
actual, pero preservando la pronunciación más antigua del hebreo.
Otra cosa, ¿por qué los traductores de la Septuaginta (hecha
más de 200 años antes del Mesías) representaron la Waw hebrea casi siempre con
una Úpsilon (u) griega y no con una Beta griega (b)? ¿Quieren prueba de esto?
Pues aquí va....
Búsquense los maestros su copia de la Septuaginta griega y
dígan si esto no es así:
1Cron. 1:26 El nombre Σερουχ (Serug). La Waw hebrea aquí se
representa con el diptongo griego ou, que siempre suena U).
1Cron. 1:31 El nombre Ιεττουρ, (Ietour). La Waw hebrea aquí
se representa con el diptongo griego ou, que siempre suena U)
1Crón. 3:9 El nombre del rey Δαυιδ(Dauid). La Waw hebrea
aquí se representa con la Úpsilon (U) griega, y no con la beta (b).
Y el más importante porque tiene las mismas vocales de
Yahwéh:
Gen. 14:17 el valle de Σαυη (Saué). La Waw hebrea aquí se
representa con la úpsilon (U) griega, no con la beta (b).
Si el nombre de este valle se hubiera pronunciado
antiguamente Savé, como hacen los traductores modernos, aquellos antiguos
traductores griegos lo habrían transcrito Sabé, como hicieron algunos
escritores griegos dos siglos después del Mesías, que transcribieron el Nombre
Sagrado como Iabé en griego. (Aunque algunos lo transcribiron como Iaué). Pero
no hay que culpar a los que dicen lo contrario; ellos lo hacen de buena fe; es
sólo por ignorar estos datos que lo hacen.
Y hablando de ignorancia, algunos maestros modernos le dicen
a la gente que en hebreo no existe la W. ¡Claro! ¡Claro! ¡Claro! Pobrecitos.
Pero ¡tampoco existe la V! ¿No se dan cuenta?
¡Tanto la W como la V son letras
españolas! ¡No son letras hebreas! Ambas letras españolas se usan para
transcribir palabras hebreas. Lo que existe en hebreo es un gancho vertical con
una vueltita arriba hacia la izquierda, que algunos llaman ahora Vav, pero que
antes se llamaba Waw. ¡Pero la Biblia hebrea no la escribieron ahora; la
escribieron antes! ¿Ven? Por eso es que nosotros representamos la Waw hebrea
antigua con la letra española "doble U" (W), exactamente como hacen
hasta el día de hoy los judíos yemenitas.
Por eso, hermanos, para juzgar la transcripción de nombres
hebreos no es determinante saber cómo se pronuncian en hebreo moderno; lo más
importante es determinar cómo se pronunciaban en hebreo antiguo.
¿Conclusión? Que es correcto
escribir Yahvéh, pero eso es hebreo moderno. Si usted lo quiere en hebreo
antiguo es Yahwéh. (Pregúntele a cualquier judío yemení).
Otros argumentan lo mismo sobre la Ye española (que no se
llama "i griega" sino ye), y quieren transcribir los nombres como
Iahweh y Iahoshúa o Ieshúa (con i en lugar de ye). ¡Ohh, tremendo, tremendo! A
ver si ahora van a escribir Nueva Iork; Disnei, iesterday, iou, iankees. ¿Ah,
que los argentinos y uruguayos pronuncian la Ye muy fuerte, como si fuera
"sh", y dirían "Sheshúa" en vez de "Ieshúa". Ok,
ok, pero conozco argentinos y uruguayos que han aprendido a decir Yeshúa
pronunciando correctamente la Ye suave, casi como una i, que es lo correcto.
Menos mal, porque así no tienen que cambiar su gentilicio a
"uruguaios", ni el nombre de su país a "Uruguai". En Puerto
Rico tendríamos problemas con cambiar del Yunke al Iunke; de Yabucoa a Iabucoa;
de Yauco a Iauco; de Yeguada a Ieguada. ¡Ay bendito! El gobierno probablemente
nos mandaría al Tribunal.
Tengan paz.
Yosef
Menos mal, porque así no tienen que cambiar su gentilicio a
"uruguaios", ni el nombre de su país a "Uruguai". En Puerto
Rico tendríamos problemas con cambiar del Yunke al Iunke; de Yabucoa a Iabucoa;
de Yauco a Iauco; de Yeguada a Ieguada. ¡Ay bendito! El gobierno probablemente
nos mandaría al Tribunal.
Tengan paz.
Yosef