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martes, 25 de noviembre de 2014

¿Un modelo bíblico de familia?

Héctor B. Olea C.








¿Existe, pues, un modelo bíblico de familia que podamos asumir hoy como el ideal y el que habría de resolver los más acuciantes problemas de nuestras sociedades modernas? ¿Recomienda la Biblia un modelo de familia que pueda asumirse como el garantizado para el ser humano y las sociedades de todos los tiempos, por lo menos con posterioridad al surgimiento de la historia y tradición judeocristiana? Lamentablemente, aunque paradójica y catastrófica para muchas personas, la respuesta es que no.

Ciertamente un estudio serio de la Biblia pone de manifiesto que no hay en ella la intención de fijar un modelo de familia ideal y panacea para el ser humano de todos los tiempos. A lo más que podemos llegar es a sostener que ciertamente sí hay en la Biblia unos consejos prácticos para las familias de su tiempo y su propio marco sociocultural, pero no más; en otras palabras, sin la intención de proyectarlos ni de imponerlos al ser humano de otros tiempos.

En realidad y, como principio general, tenemos que admitir que ningún escritor de la Biblia escribió sino y estrictamente para la gente de su tiempo.

Por otro lado, tenemos que reconocer que el problema no está en la Biblia. Me explico. El caso es que fuimos nosotros los que elegimos a la Biblia, y no ella a nosotros. Somos nosotros quienes hemos decidido apropiarnos y hacer nuestro su mensaje; sin poder estar seguros de que los escritores de la Biblia pensaran que le estaban escribiendo al ser humano de 20 siglos después. El caso es que nosotros, por lo general, le pedimos a la Biblia, mucho más de lo que de ella podemos recibir. Le pedimos a la Biblia, por lo general, mucho más de lo que ella nos puede dar, así de sencillo. 

Además, algo que sí podemos hacer, sin duda alguna, es describir el modelo de familia que imperaba y que era característico en los tiempos bíblicos, lo cual es otra cosa, y sobre el cual ya he escrito bastante, y sin duda, podemos decir que no es aplicable ni funcionaría hoy día.

Otro factor de vital importancia es que en realidad los modelos de familia son construcciones socioculturales y entendidas como funcionales o disfuncionales en unos marcos socioculturales propios y específicos; y este hecho hemos de admitirlo también respecto de los contextos en que surgió la Biblia. En este sentido, podemos leer, por ejemplo, el relato del nacimiento del profeta Samuel en el contexto de un hogar polígamo sin que haya habido en torno a dicho relato censura o amonestación alguna a dicho modelo de familia, pero sí vemos a Dios obrando a favor de Ana en dicho contexto polígamo.

Por otro lado, no olvidemos que el fin y al cabo es la comunidad de fe y lectora la que asume como normativo o descriptivo un determinado hecho en la Biblia; y esto así, al margen de cómo se presente en realidad ese hecho en la Biblia.

En este sentido, y antes de avanzar un poco más, es preciso hacer las siguientes puntualizaciones respecto de la Biblia y de lo que esperamos de ella.

Ante el carácter esencialmente contextual de los textos bíblicos (en términos históricos, socioculturales, ideológicos, lingüísticos, geográficos, etc.), se impone que reconozcamos algunas realidades e implicaciones que como limitantes actúan en nuestro ejercicio de lectura, exégesis, interpretación, actualización, y aplicación de los textos bíblicos.

Entre estas podemos mencionar los siguientes: 

En primer lugar, que no siempre los temas, asuntos y desafíos que nos interpelan hoy, estuvieron en el horizonte de los autores de la Biblia, por lo menos no en la forma, ni bajo los términos en que los conocemos nosotros en el presente. Por otro lado, nos es preciso admitir, además, que no siempre las cosas que son importantes o desafiantes para nosotros hoy, lo fueron alguna vez para los autores de la Biblia.

En segundo lugar, que no es cierto que la Biblia posee una guía y respuesta automática para todas las preguntas que las personas y comunidades hermeneutas quisieran plantearle, o se planteen: La Biblia no es una “bola de cristal” ni el mejor horóscopo de la historia. 

En tercer lugar, nuestra apropiación de los textos bíblicos supone el reconocimiento de lo parcial y tentativo (no conclusivo) que muchas veces fue el abordaje de un determinado asunto por los autores de la Biblia.

En cuarto lugar, que el abordaje, perspectiva, y enfoque que en la Biblia tienen muchos asuntos, no siempre concuerda con la tradicional ortodoxia y moral cristiana; es más, muchas veces más bien choca con ellas o se la encuentra en la acera del frente. 

En quinto lugar, los textos de la Biblia, si bien a ellos apelan las distintas expresiones de la fe cristiana (expresiones muy posteriores a los textos bíblicos); no es menos cierto que ningún autor de la Biblia fue cristiano en este sentido, ni escribió comprometido con las tradicionales teologías cristianas. Esto supone el que evitemos proyectar en los textos bíblicos nuestros prejuicios, nuestros temores (así como nuestros optimismos y triunfalismos), los cuales podrían impedir o dificultar el que podamos escuchar la propia voz de los textos bíblicos, con sus propios matices y modulaciones.

En sexto lugar, que ante la falta de precisión, profundización y ciertos detalles de los textos bíblicos mismos, respecto de ciertos asuntos; se hace necesario conocer (hasta donde nos sea posible) las formas en que ciertos textos fueron asumidos e interpretados en el seno de las tradiciones a través de las cuáles los textos bíblicos nos han llegado. 

Finalmente, pienso que a pesar de la forma en que por lo general se describe en la Biblia la relación entre en hombre y la mujer, todavía hay en la misma Biblia evidencias concretas que nos permiten articular un marco donde la relación entre el hombre y la mujer sea más humana, más justa y más solidaria en relación a la mujer.

En este sentido, pienso que tenemos que hacer los siguientes ajustes:

En primer lugar, hacer ciertos ajustes en nuestra antropología. Por ejemplo, asumir como punto de partida el relato de la creación de Génesis 1.1-2.3, y privilegiar su enfoque antropológico que nos permite hablar de la mujer y el varón como creados en igualdad de condiciones, recibiendo ambos en la misma proporción el mandato cultural, y siendo al mismo tiempo y en la misma calidad imagen de Dios, y recibiendo en la misma medida la responsabilidad de ejercer una mayordomía sobre el resto de la creación.   

En segundo lugar, asumir el ejemplo de la figura histórica de Jesús de Nazaret, que al hablar del matrimonio, habló y enseño positivamente del mismo, según el relato de Génesis 2.4-24, pero asumiendo el enfoque antropológico del relato de Génesis 1.1-2.3. Observemos:

“¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, 5y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?” (Mateo 19.4 y 5).

Nótese que a diferencia del relato de Génesis 2, que fundamenta el matrimonio en la idea de que la mujer vino a existencia a partir del varón: “… porque del varón fue tomada. 24Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”; el pensamiento de Jesús es distinto: “… varón y hembra los hizo;… Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”

Nótese que en el pensamiento del redactor del relato de Génesis 2, la idea que antecede al “Por tanto” –causal, motivo, razón- (versículo 24), es “porque del varón fue tomada” (versículo 23). Pero en el pensamiento de Jesús, la situación y asociación de ideas es otra: “varón y hembra los hizo” -Mateo 19.4- (o sea, creados en un único y sólo acto de creación, en igualdad de condiciones y siendo a la vez y en la misma proporción imagen de Dios); entonces: “Por esto…” ¿Se nota la diferencia?

Ahora, cabe preguntarnos: ¿Será este enfoque antropológico el fundamento del característico y peculiar comportamiento y trato de Jesús a las mujeres? ¿Fue Jesús coherente entre su enfoque antropológico basado en el relato de Génesis 1.1-2.3 y en su trato con las mujeres? ¿Será el enfoque antropológico de Jesús lo que explica la notable participación de las mujeres en el proyecto y ministerio de Jesús?

Además, por la forma en que el mismo libro de Génesis, y luego, el resto de la Biblia se hizo eco más bien del relato de Génesis 1.1-2.3, en detrimento del relato de Génesis 2.4-25, podemos decir que, sin duda, el enfoque de Jesús fue acertado. Observemos:
Un análisis detenido demuestra que ciertamente la idea dominante en todo el libro de Génesis es la perspectiva o punto de vista que comunica el primer relato de la creación. Consideremos la evidencia:

Génesis 5.1: Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al ser humano (varón y hembra), a semejanza de Dios lo hizo.

Génesis 5.2: Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.

Génesis 9.6: El que derramare sangre de hombre (ser humano), por el hombre (ser humano) su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre (el ser humano).

Observación: La verdad es que no encontramos en el mismo libro de Génesis la confirmación o referencia alguna a la idea de que Dios hizo a la mujer con posterioridad a la creación del hombre o varón.

Eco del relato de Génesis 1.1-2.3 en el resto de la Biblia:

a) La expresión bíblica “varón y hembra” concuerda y sólo es congruente con el relato de Génesis 1, consideremos los siguientes pasajes:

Génesis 1.27: Y creó Dios al hombre (ser humano) a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Génesis 5.2: Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.

Mateo 19.4: Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?

Marcos 10.6: Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.

Por otro lado, hay pasajes bíblicos en los que el lenguaje sexista ha originado la traducción “hombre” u “hombres” cuando el contexto demanda la traducción “ser humano” o “seres humanos”. Este tipo de traducción favorece la interpretación de que la mujer no estaba presente en ciertas declaraciones a pesar de que realmente siempre estuvo ahí.

Génesis 1.27: Y creó Dios al hombre (ser humano) a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Génesis 5.1: Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre (ser humano, varón y hembra), a semejanza de Dios lo hizo.

Génesis 9.6: El que derramare sangre de hombre (de ser humano), por el hombre (ser humano) su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre (ser humano, varón y hembra).

Deuteronomio 4.32: Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre (ser humano, varón y hembra) sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella.

Santiago 3.9: Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres (seres humanos, varones y hembras), que están hechos a la semejanza de Dios.

En tercer lugar, privilegiar la síntesis y el enfoque antropológico de Jesús de Nazaret y no el de Pablo y de sus discípulos, según se puede constatar en 1 Corintios 11.1-16; Efesios 5.22-24, 29-33 y 1 Timoteo 2.11-15.

Ciertamente llama la atención, que a diferencia del enfoque antropológico de Jesús de Nazaret, el paulino es exactamente el mismo del redactor o redactores del relato de creación de Génesis 2. Observemos: “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne” (la mujer creada a partir de la carne del varón; Efesios 5.29)… “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Efesios 5.31).

En conclusión: ¿Nos atreveremos a asumir el enfoque antropológico del relato de la creación de Génesis 1.1-2.3 y el de Jesús de Nazaret? ¿Tendremos el valor de tomar distancia, asumir una postura crítica y hasta abandonar la perspectiva antropológica del relato de Génesis 2.3.25 y el de Pablo y sus discípulos?

Haremos o no, el intento de conformar un tentativo modelo de familia y sociedad hoy, con base en el enfoque antropológico de Génesis 1.1.2.3 y la síntesis jesuana?


¡Ojalá nos atrevamos!, así de sencillo 

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